Sunday, November 25, 2012

 

Español como segunda lengua

Este es un trabajo de Shohei Mido, que fuera seleccionado por su jefe de práctica (Elvira Cetraro) en el curso de Español Intermedio, como el mejor de un ejercicio de redacción. He dejado las marcas de español de segunda lengua: el texto es evidencia de la riqueza del español no monolingüe.





Friday, February 25, 2011

 

Photoshopear

Usar un procesador de imágenes para retocar el rostro o el cuerpo retratado en una fotografía se ha convertido en un práctica universal en la publicidad de todo tipo. Cuando los cuerpos reales no respetan los cánones de belleza física, o simplemente cuando la realidad de la imagen no coincide con lo que se espera en la noticia, pues allí están los programas que nos permiten manipular los pixeles y empezar nuestro viaje hacia la hiperrealidad. El más popular de esos programas es Photoshop---pero hay otros: GIM, Corel Photopaint, Pixelmator, Pixel Image Editor, PPaint Shop Pro, etc.

Por esa razón, photoshop se ha convertido en el hiperónimo para la actividad que realizamos con cualquiera de los otros programas, y significa simplemente "manipular una fotografía". En inglés (donde photoshop se ha convertido en un verbo pleno: to photoshop, photoshopping, photoshopped, He photoshops his images regularly), este uso es tan común que incluso se ha extendido a retoques no digitalizados de imágenes (donde no hay pixeles, y por lo tanto no se usa ningún programa), creando la expresión manual photoshopping.

Nada extraño hasta aquí, por supuesto, se trata de un procedimiento común en las lenguas. En el español, photoshop ha tenido un impacto similar. Para nosotros, sin embargo, un problema adicional aparece: ¿cómo escribir la verbalización de esa palabra? La RAE no se ha pronunciado todavía, pues el fenómeno es bastante nuevo. Pero las necesidades expresivas de los hablantes no pueden esperar a que ese docto cuerpo académico decida (de hecho, es al revés, la RAE espera a que se forme una tradición de uso relativamente estable antes de pronunciarse). Y claro, por ahora, se usan todas las posibles adaptaciones ortográficas de ese nuevo verbo al español: photoshopear, fotoshopear, fotochopear:

BP promete no volver a photoshopear fotos
BP debió aceptar sus culpas y admitir que photoshopeó una serie de imágenes oficiales de la empresa que mostraban los esfuerzos de la compañía para arreglar el desastre ecológico producido por el derrame de petróleo en el Golfo de México.
Conny Sturn, Fayerwayer.com, julio del 2010


Hemos asistido, toda la semana, al penoso espectáculo de ver a aspirantes al Congreso defender su derecho a malograr la ciudad con sus fotoshopeados rostros. A patalear porque no se les da permiso para generar situaciones de riesgo con enormes carteles que impiden la visión de señales de tránsito.
Patricia del Río, Perú21, 25 de febrero del 2011


La fotochopeada foto oficial del nuevo Presidente
Simón Ergas. Lapollera.cl

De todas estas, la más común parece ser la primera (photoshopear), que respeta la ortografía del nombre original---es la que más resultados nos da en Google, casi 10 veces más que las otras. Pero no sabemos cómo resulte al final, cuando el proceso se estabilice.

Y no será lo único que vaya a cambiar. Empieza a aparecer un uso de esta expresión que ni siquiera requiere que lo manipulado sean imágenes:

Encuestas están "fotochopeadas"
Mira, las encuestas dicen que son fotografías del momento, lo que yo estoy viendo es que son fotomontajes del momento. Son así como lo pendones que se fotochopean para quitar la patas de gallo y verse un poquito más delgadito, es igual que las encuestas, éstas no reflejan la realidad de lo que está pasando. Las encuestas verdaderas son las que tenemos aquí en las calles.
Emilio Arriaga al transcribir la entrevista a Carlos Borruel, El mexicano, 31 de mayo del 2010

En este caso, fotochopear se usa para indicar cualquier tipo de manipulación en la información que se presenta (aunque el componente digital parece ser necesario todavía).

La palabra photoshopear y sus derivados ha entrado por todo lo ancho al español, pero su escritura es aún inestable.

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Wednesday, February 23, 2011

 

El Señor de Sipán de Wari

El Señor de Sipán de Wari
Hace poco describíamos cómo funcionaba la operación léxica de formación de hiperónimos: una palabra o frase que designa una subclase (un hipónimo) puede convertirse en la designación para toda la clase (el hiperónimo). Por ejemplo, kolynos es una marca comercial de pasta de dientes, pero es muy común que se convierta en el nombre de toda la clase de pastas de dientes. Señalábamos este ejemplo:
-Véndame un kolynos.
-¿De qué marca?
-Colgate

Lo que ha ocurrido aquí es que kolynos se ha convertido en el hipónimo que designa a toda la clase de pastas de dientes. Un ejemplo notable lo aportó un candidato presidencial: el Premio Nóbel de la Paz de Literatura (que fue el caso que comentamos en un post anterior) donde Premio Nóbel de la Paz es el hiperónimo de Premio Nóbel. Es evidente que eso le pasa a palabras o expresiones de alta frecuencia (otros casos: googlear en yahoo, una gillete philips, xerocopiar).

 Un ejemplo de naturaleza similar lo proporciona este titular: 
Cusco: hallan un ‘Señor de Sipán’ de Wari
Un grupo de arqueólogos peruanos encontró la tumba de un jefe principal de la cultura Wari en el departamento de Cusco, reveló hoy el director regional de Cultura de la región, Juan Julio García, quien afirmó que el hallazgo puede cambiar las investigaciones sobre los orígenes de la cultura Inca.
La tumba, situada en Vilcabamba, provincia de La Convención, contiene incrustaciones de oro laminado prehispánico y bienes de plata, oro y cerámica con iconografías de las culturas Wari y Nasca. “Este hallazgo está a la altura del Señor de Sipán y cambiará parte de la historia inca y de la zona”, dijo García.
Perú21, 23 de febrero del 2011
El Señor de Sipán (de Sipán)
Aquí ocurre que Señor de Sipán se convierte en una denominación general para algo así como "jefe principal de una cultura peruana antigua" y tiene por objeto resaltar la relevancia arqueológica del descubrimiento funerario.

Claramente esto indica que se trata de un procedimiento productivo en español---siempre y cuando la expresión sea lo suficientemente frecuente.

Aunque en este caso, como no se trata de las declaraciones de un candidato presidencial, no llamará tanto la atención, ni generará tantas pasiones desencaminadas.

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Monday, February 21, 2011

 

La mayoría

Que las palabras y las oraciones son ambiguas es un lugar común que nadie cuestiona. La ambigüedad es un tema de discusión en las disciplinas del lenguaje desde el principio, y fue hace mucho considerada como una limitación, un defecto de los lenguajes naturales. Hoy en cambio, se ve la ambigüedad como un resultado natural de la estructura lingüística, e incluso como una muestra de eficiencia y economía en el uso de recursos expresivos.

Sin embargo, es claro que no se puede dejar que la ambigüedad campee a sus anchas en nuestros enunciados. Quien escribe, quien habla, tiene la responsabilidad de hacer que su interlocutor entienda su mensaje de la manera apropiada. Eso precisamente constituye una de las características cruciales del buen hablar o del buen escribir: que sepamos controlar los sentidos de nuestro texto. Un texto, toda pieza de lenguaje, naturalmente produce numerosos sentidos, sin que el hablante tenga que hacer otra cosa más que hablar. La eficiencia al hablar o escribir no consiste en producir esos sentidos (que vienen gratis), sino en conducirlos hacia una meta coherente. Para hablar o escribir bien, no es necesario (y ciertamente, no es suficiente), que nos pasemos la vida identificando arbitrarias marcas gramaticales como buenas o malas; lo que es indispensable es que sepamos combinar nuestras expresiones de manera que formen un todo armonioso de sentido.

Por supuesto, hay ocasiones en que las expresiones se dejan como ambiguas a propósito, para insinuar una idea sin necesidad de decirla directamente. La campaña electoral es el escenario ideal para ese tipo de estrategias, por supuesto. Me permito poner un ejemplo un poco escondido.

La palabra mayoría tiene en español (al menos) dos sentidos relacionados pero distintos. Puede referirse a una cantidad que representa más de la mitad del total; por ejemplo, si hay seis candidatos y 100 votos en total, y uno de los candidatos obtiene 51 votos, entonces podemos decir que ha recibido la mayoría de los votos. Este sentido se recoge de manera más precisa en la expresión mayoría absoluta.

Pero, también puede referirse a la cantidad mayor, en relación con otras cantidades menores que constituyen el total. En nuestro ejemplo de seis candidatos y 100 votos, si un candidato recibe 40 y los otros se reparten el resto sin que ninguno alcance los 40, entonces también podemos decir que el candidato con 40 ha recibido la mayoría de los votos, en el sentido de que ha recibido la mayor cantidad de votos. La expresión mayoría relativa recoge este segundo sentido más precisamente.

Si la expresión mayoría es ambigua, entonces se puede en efecto usar en cualquiera de esos dos sentidos, sin que se le acuse al usuario de ningún defecto gramatical o mal uso léxico. Pero mantener la ambigüedad no es inocente.

En el titular del diario Diario16 que ilustra el post, se dicen dos cosas. En el titular grande se lee:

44% cree que Toledo ganará.

En letras más pequeñas se puede leer también (hacer click en la imagen para ampliar y ver mejor el gorro):

Mayoría piensa que candidato de Perú Posible será nuevamente Presidente

Claramente, no se trata del primer sentido, el de mayoría absoluta, sino más bien del segundo sentido, el de mayoría relativa. No hay duda de que las necesidades del espacio son angustiantes en un diario, especialmente si se trata de los titulares. Pero si se tiene en cuenta que la primera vuelta en el Perú se gana con mayoría absoluta y que Toledo está todavía lejos de esa meta, al menos es razonable preguntarse cuál es el sentido último de ese titular.

Es posible, incluso es lo más probable, que se trate simplemente de una estrategia para ahorrar espacio. Pero eso precisamente confirma lo que decía al principio: la ambigüedad surge naturalmente en el uso lingüístico, sea que nos lo propongamos o no. La tarea de escribir bien, la responsabilidad al hablar, consiste no en producirla, sino en controlarla, encauzarla, darle una meta. Cuando descuidamos eso, aunque sea por atender otras necesidades urgentes, como en este caso, es que nuestro discurso se vuelve menos eficiente---por supuesto, también existe la posibilidad de que se trate de una ambigüedad deliberada; si es así, el problema no es la eficiencia, sino la responsabilidad.

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Monday, January 24, 2011

 

Hablemos en castellano

Ofrezco este post a la memoria del maestro Luis Jaime Cisneros (1921-2011),
quien dedicó su vida a mostrarnos por qué las palabras sí importan

No creo que nadie que haya meditado mínimamente al respecto dude de que la prescripción se emplee como una herramienta para controlar el discurso, y en consecuencia, para generar significados en favor de una posición (política, moral, filosófica...) y en detrimentro de otra. La normativa busca obligarnos a preferir una forma lingüística frente a otra, no sobre la base de su eficacia comunicativa, sino a partir de su pretendida naturaleza superior, la que raras veces se molesta en justificar. En la práctica diaria del hablar, sirve como filtro (inútil) de formas nuevas, como un (vano) corsé de la creatividad lingüística, como un intento (fallido) por mantener a raya la variación. Pero aunque no tenga éxito en detener la novedad, la creatividad, la diversidad lingüística, sí proporciona un proyectil eficaz a la hora de desprestigiar a una persona, una posición política o una idea que no nos gusta por alguna otra razón. Si ocurre que la persona con la que estamos debatiendo, o a la que estamos criticando, dice o escribe algo que puede ser identificado como una violación prescriptiva, entonces casi nadie vacila un segundo al atribuirle a esta persona toda la falta de educación, instrucción, inteligencia, habilidad, que sea el caso, descalificando en consecuencia su opinión, sus ideas, sus razones. El debate se desplaza, entonces, de la racionalidad de sus propuestas, hacia la puntillosidad de su ortografía, la pureza de sus expresiones, o la incorrección de sus anacolutos. Esta es una práctica que hemos identificado numerosas veces en este blog.

En una palabra, la prescripción busca convertir en una falta moral el empleo de una forma lingüística diferente.Y en consecuencia, hace de la forma prescrita una alternativa moralmente superior.

Tiene tal fuerza el mandato moral creado por la prescripción, que es capaz de imponerse sobre otras obligaciones morales.

Un ejemplo en este último sentido nos lo proporcionan las recientes declaraciones de Monseñor Luis Bambarén, quien fuera presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, miembro observador de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, y que ha recibido numerosos reconocimientos por su trabajo en defensa de los derechos humanos:

por qué hablan tanto de gay, gay, gay, hablemos en castellano, en criollo, maricones, así se dice, ¿sí o no? entonces pues, hablemos clarito
Monseñor Luis Bambarén, entrevista televisada (2:01)



Lo que dice Monseñor Bambarén es muy interesante: gay es una palabra extranjera y eso la hace, según él, inapropiada para ser usada en castellano; la palabra que propone en su lugar es maricón. Por supuesto, Monseñor Bambarén no ignora que maricón sea un insulto; es más, precisamente por eso hace la propuesta: al imponer maricón en lugar de gay lo que está sugiriendo es que mantengamos el matiz reprobatorio en la referencia hacia ese grupo de personas, que les increpemos su modo de ser de manera reiterada y cotidiana (de allí lo de hablemos clarito). Lo interesante de esta sugerencia es que está enteramente basada en un enunciado prescriptivo: que no debemos introducir formas extranjeras cuando hablamos en castellano. La fuerza mágica de la prescripción se revela en toda su gloria: es preferible evitar extranjerismos antes que evitar insultos.

Y es necesario anotar que no es el caso que Monseñor Bambarén crea que se deba insultar a diestra y siniestra: el resto de la entrevista está dedicada a exponer razonables propuestas e invocaciones para evitar insultos en la campaña electoral en curso (pero, aparentemente, es necesario hacer una excepción si de evitar un extranjerismo se trata).

¿Por qué decimos gay si ya existe maricón en castellano? Pues porque hemos adoptado el término recomendado en inglés para evitar el uso de un insulto. No es el caso que gay se pueda traducir como maricón, porque gay no es necesariamente un insulto en inglés (la palabra inglesa que corresponde a maricón es faggot, considerado un grueso insulto). En otras palabras, no teníamos en español un término para referirnos informalmente a esas personas sin insultarlas. Por eso adoptamos gay---por supuesto, existe la palabra homosexual, que es, tanto en inglés como en español, más bien formal.

Curiosamente, la palabra sí existe en el castellano desde antiguo, proveniente del provenzal gai (alegre), pero derivó en gayo (fem. gaya) que significa precisamente vistoso, alegre, el mismo significado que en inglés, pero sin connotación sexual. En inglés mismo, la connotación sexual no siempre estuvo allí ni tuvo siempre el mismo contenido. Incluso en los años 20 y 30 del XX, la década final del siglo XIX (1890-1899) se llamaba regularmente los Gay Ninities (los alegres noventas), para indicar que fue una década de abundancia y despilfarro. En 1934, la película The gay divorcee (La divorciada alegre), cuyo poster empieza el post, retrataba a una mujer que busca que se le acuse de infidelidad (heterosexual) para poder divorciarse de su marido. No es hasta los años 40 que la palabra empieza a ser un eufemismo para indicar homosexualidad. Hoy ya no es un eufemismo, sino que neutralmente denota esa condición.

La adopción de la palabra inglesa gay es, entonces, el resultado de un largo proceso en el que un nuevo concepto se configura: la idea de que es posible referirse a ese grupo de personas sin insultarlas. Tanto en inglés como en español (y otras muchas lenguas). Quizá por eso la Real Academia Española la ha incluido ya en su diccionario. Es, oficialmente, buen castellano

Actualización

Monseñor Bambarén ha dejado más clara su posición: 
"Quiero recalcar que no ha sido en plan de ofender, sino es que rechazo el termino gay".
Monseñor Bambarén, 25 d enero del 2011.
En otras palabras, confirma que estaba cuestionando el uso de un extranjerismo, es decir, formulando un enunciado prescriptivo.

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Friday, December 10, 2010

 

El Premio Nobel (Nóbel) (de la Paz) en Literatura

Casi nada puedo agregar a los innumerables elogios que ha recibido Mario Vargas Llosa desde que la Academia Sueca anunció que le había otorgado el Premio Nobel de Literatura este año. Se trata de uno de mis escritores favoritos, y sin duda, del más importante escritor en lengua hispana vivo. Este es un blog de lingüística, así que estaría fuera de lugar que dijera más. Pero la casualidad me ha permitido que pueda escribir una nota relacionada. Vaya aquí como homenaje a Vargas Llosa, uno de los más eficaces campeones de la palabra al servicio de la libertad del individuo, la práctica de la justicia y la búsqueda de la verdad.

Entre los muchos que han expresado su satisfacción por el reconocimiento al escritor peruano ha estado Alejandro Toledo, expresidente de la República. Lo ha hecho con estas notables palabras:
el enorme logro, ese privilegio que Mario Vargas Llosa regala con su pluma, con su talento, al Perú al lograr el Premio Nobel de la Paz en Literatura
Alejandro Toledo, entrevista televisada Dic, 2010 (0:20)

Dos cosas salta a la vista, una más fácil de percibir que la otra. Comencemos por la más oscura. Si escuchamos la entrevista:



descubrimos que Toledo, como casi todos los peruanos, y la mayoría de los hispanoablantes, pronuncia [nóbel], es decir, pronuncia el nombre del premio con acento grave y no con acepto agudo [nobél]. Si esto al lector no le parece digno de mención, es porque no ha leído la entrada correspondiente del Diccionario Panhispánico de Dudas de la RAE:
Nobel. 1. Nombre de los premios instituidos por el químico sueco Alfred Nobel. En su lengua de origen, el sueco, es palabra aguda ([nobél]), y así se recomienda pronunciarla en español, a pesar de que la pronunciación llana [nóbel] está muy extendida, incluso entre personas cultas.
Diccionario Panhispánico de Dudas
Lo que la RAE (de la cual Vargas Llosa es miembro numerario) nos dice allí que es incorrecto pronunciar la palabra de manera grave [nóbel] sino que hay que pronunciarla aguda [nobél]. Además nos dice que esto es lo recomendable inclusive si contradice la forma de hablar de las personas cultas. Ciertamente las personas que pronuncian esta palabra grave [nóbel] son de lo más cultas, tanto que inclusive son miembros de la RAE, como por ejemplo...Mario Vargas Llosa, quien puede ser oído aquí (minuto 0:35) pronunciando [nóbel] y no [nobél]:



Es decir, lo que la RAE nos dice es que debemos hablar de una manera que es tan ajena a la realidad, que ni sus propios miembros hablan así.

Y los efectos de esta recomendación no se limitan a la pronunciación. Tiene un efecto ortográfico. Si la palabra se fuerza a ser aguda [nobél], entonces no debe escribirse con tilde (las palabras agudas solo llevan tilde cuando terminan en -n, -s o vocal). Debemos escribir, pues, Premio Nobel. Pero como en la realidad pronunciamos una palabra grave [nóbel], en cumplimiento con la regla académica según la cual las graves deben llevar tilde cuando terminan en consonante que no sea -n o -s, deberíamos escribir Premio Nóbel.

La recomendación de la RAE, entonces, no solamente nos condena a no hablar como miembros de la RAE ni como ganadores de Premio Nobel, sino que nos fuerza a cometer una violación de las reglas de acentuación---lo que nos muestra, una vez más, que el discurso prescriptivo es, de hecho, un escollo si queremos apoyarnos en la intuición del estudiante al enseñarle las reglas ortográficas.

La segunda peculiaridad de la felicitación de Toledo a Vargas Llosa es más visible. El expresidente llama al galardón: Premio Nobel de la Paz en Literatura.

Contrario a lo que podría pensarse a la primera impresión, no se trata de un galimatías, sino del uso de un procedimiento relativamente normal en español (y otras muchas lenguas), a saber, la creación de un hiperónimo a partir del nombre de una de las palabras hipónimas. Por ejemplo, si tomamos la clase de palabras reunidas bajo la denominación dentífrico encontramos palabras como: kolynos, colgate, dento, etc. Todos estos son hipónimos de dentífrico, que es el hiperónimo. Ahora bien, ocurre que, a veces uno de los hipónimos asciende a hiperónimo; por ejemplo, un diálogo del siguiente tipo no es raro (gracias a Joe Tovar por el ejemplo original):
-Véndame un kolynos.
-¿De qué marca?
-Colgate
No es que los interlocutores no saben de lo que están hablando, sino que para ambos kolynos se ha convertido en el hiperónimo, y designa no solamente a una marca en particular sino a toda la clase. Estas situaciones no son raras. Encontramos expresiones como una gillete philips e incluso googlear en Yahoo. En ninguno de estos casos podemos decir que el hablante es ignorante o que hay algo que ignora. Al contrario, se trata de un procedimiento creativo, innovador. Se está creando conocimiento.

Y por supuesto, eso es lo que está pasando en Premio Nobel de la Paz en Literatura, donde Premio Nobel de la Paz se convierte en el hiperónimo del resto de los otros Premios Nobeles, en efecto equivalente a Premio Nobel.

Es más, no se trata de una innovación de Toledo, sino de un procedimiento más general, pues hay otras instancias, en otros hablantes. Aquí algunos ejemplos: 
El ganador del Premio Nobel de la Paz de Literatura, Gabriel García Márquez, regresó a su país natal, Colombia, tras dos años de exilio voluntario en México.
La Prensa, 9 de abril del 2008
Ramón y Cajal, el científico español que ganó el premio nobel de la paz en medicina y psicología.
Indice Histórico Español. Universidad de Barcelona. Centro de Estudios Históricos Internacionales. p. 296

El Dr. Jacinto Convit de Venezuela (1913) es un experto de renombre en lepra y en enfermedades tropicales. [...] Su ardua labor en esta área, condujo a ser nominado al Premio Nobel de la Paz en Medicina en 1988.
Página de la Organización Mundial de la Salud

Uno podría imaginar que estos hablantes han cometido un error de contenido, y creen que los galardonados han recibido efectivamente el Nobel de la Paz. Para que eso sea un error de contenido, el que dice la frase tendría que creer que Ramón y Cajal no hizo ningún descubrimiento médico sino que hizo una labor de pacificación en la medicina (que evitó una huelga de hospitales, por ejemplo). Lo mismo con Toledo: tendría que creer que Vargas Llosa no es un escritor sino un pacificador de literatos (un mediador de polémicas literarias, digamos). Pero el contexto claramente descarta esa interpretación.

Estamos, pues, ante una innovación en marcha, la creación de Premio Nobel de la Paz como hiperónimo de Premio Nobel. No sabemos cuál será su futuro, por supuesto. Eso, como la propia RAE sostiene, depende exclusivamente de los hablantes.

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Thursday, November 11, 2010

 

Sonar

Gracias a este post de Gustavo Faverón, me encuentro una vez más con un caso en donde el discurso prescriptivo, en otro vano intento por controlar la variación, revela sin ambages su naturaleza mítica, y se estrella, como siempre, contra la realidad.



Se trata del análisis que Marco Aurelio Denegri hace de una novela del escritor Santiago Roncagliolo. Nada diré de los méritos académicos de ese análisis, o si es crítica literaria apropiada o no (al respecto ver el post de Gustavo y la discusión en los comentarios). Mi interés aquí es más modesto. Me limitaré a mostrar que el fastidio del señor Denegri por ciertos usos lingüísticos no tiene ninguna justificación.

Como puede verse en el video, una de sus quejas es que Roncagliolo emplea el verbo sonar de una manera que Denegri juzga inapropiada. Por ejemplo, observa (en el minuto 11:35) que en la página 124 de la novela se dice de algo que "[esto] sonaba lo suficientemente repugnante" y que debió decir "era lo suficientemente repugnante".

¿Por qué considera Denegri que esa expresión es inapropiada? Él mismo nos ofrece la razón (en el minuto 10:05): "sonar es emitir o producir un sonido"; se sigue de allí que cualquier empleo diferente de sonar debe juzgarse impropio---"el autor de que se trata tiene notoria preferencia por el verbo sonar y lo usa repetidas veces, y las más de ellas, con impropiedad", nos dice Denegri (en el minuto 9:45).

La pregunta es, por supuesto, de dónde ha sacado Denegri que ese es el único uso posible de sonar.

Uno podría sospechar que ha sacado esa idea del diccionario. Pero si uno va a la entrada de sonar, del Diccionario de la Real Academia Española (o de cualquier otro diccionario suficientemente serio), encuentra que allí hay hasta once diferentes definiciones de ese verbo. Una de ellas es:
4. intr. Dicho de una cosa: Tener visos o apariencias de algo. La proposición sonaba a interés y la aceptaron.
Uno podría ser un ultradenegrista y decir que, según el DRAE, ese empleo de sonar es apropiado para las cosas y no, digamos, para las personas, y que las otras quejas de Denegri son válidas. Por ejemplo no es claro si esa definición permite "Max intentó sonar paternal" (minuto 10:45).

La falta de claridad surge por el empleo de "cosas" en la definición. El DRAE ejemplifica el uso de la definición 4 con esta oración: La proposición sonaba a interés y la aceptaron. Eso nos permite deducir que las proposiciones (que son actos del decir) cuentan también como “cosas”. Leyendo constructivamente (una posibilidad para cualquier texto normativo) eso significa que la definición 4 de sonar también autoriza usos como "Max intentó sonar paternal", porque en esas expresiones se expresa en verdad que Max intentó que lo él que dice sonara paternal. En otras palabras, en la novela, al emplear sonar, el autor usa “Max” como una metonimia por “lo que dijo Max”. Eso en todos los otros casos mencionados por Denegri.

Incluso si uno rechaza la lectura constructivista y prefiere una lectura literalista del DRAE, todavía puede preguntarse por qué Denegri no se dedica a corregir el diccionario en vez de a corregir a los hablantes (y mal). E incluso si uno cree que el diccionario es un libro sagrado e inmutable, todavía puede preguntarse por qué no dedica sus energías a criticar el excesivo uso de una metonimia en la novela, lo que estaría más en tono con una crítica literaria.

Parece claro, pues, que Denegri se está inventando un empleo presuntamente incorrecto, con el puro afán de poder señalarlo. Al hacerlo, se instala como autoridad en el empleo del lenguaje, como juez que decide quién habla bien y quién habla mal, como un oráculo al que hay que consultar para que descifre los arcanos de lo correcto. Pero esa es precisamente la movida mítica: la invención de un misterio. Eso quiere decir que el análisis del señor Denegri no solamente está equivocado en su contenido específico sobre sonar, sino en la pretensión central de reclamar porque las palabras se usan de manera diferente a un modelo imaginario, inventado. Es ese recurso a la autoridad del mito el que debe ser rechazado.

No hay nada místico, sin embargo, acerca del funcionamiento del lenguaje: la lengua es un código, es el código que naturalmente crean los seres humanos cuando se comunican. Un código en constante actualización y recreación, cuyas reglas dependen exclusivamente de sus usuarios. Son los hablantes quienes han establecido la norma de que sonar puede significar "tener visos o apariencias de algo". Y así funciona, sea que lo registre el diccionario o no. Cuando alguien le reclama a un hablante por su uso de sonar, es como si le reclamara al planeta Marte por ser rojo (o peor, por ser comunista).

Contra lo que creen algunos comentaristas en el post de Puente Aéreo, ciertamente no hay nada en lo que Denegri dice sobre el lenguaje que contribuya de alguna manera a mejorar la calidad educativa o de vida de las personas, o a integrar mejor a las personas---aunque sí existen muchas cosas básicas que hacer para contribuir con los hablantes en el control de sus discursos: estrategias para vincular razonamiento y expresión, mecanismos para usar y reconocer expresiones nuevas, promover la lectura creativa del diccionario, etc., pero a nada de ello contribuye el análisis que hace Denegri.

La actitud prescriptiva surge de una falta de comprensión de cómo funciona el lenguaje. Es un proceso natural, pero que debe ser entendido apropiadamente si realmente se quiere que los diversos grupos de una comunidad se entiendan entre sí. La lengua común es el resultado de la integración, no al revés.

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