Monday, May 07, 2007

 

De granos metafóricos y árabes sinecdóticos

Gracias a la siempre simpática Alicia Casuso, me entero de esta nota aparecida en El Comercio de ayer, que reporta la última recomendación de la Fundación del Español Urgente (FUNDÉU) sobre el verbo desgranar (lo que me permite regresar a este blog una vez más, quitándole unos minutos a mi tesis doctoral, que es la razón por la que no estoy publicando mucho ahora):
Desgranar es 'sacar el grano de algo'; 'pasar la pólvora por uno o más tamices, para clasificar sus granos, según el uso a que haya de aplicarse'; 'soltarse' (dicho de las piezas ensartadas, como las cuentas de un collar, un rosario, etc.). Si bien es admisible su uso metafórico en aquellos casos en los que se explican o detallan, una a una, las partes de algún asunto, conviene no abusar de él, pues existen otros verbos más adecuados para ejemplos como los siguientes: «Luzardo analiza sus expectativas electorales en una entrevista en la que desgrana alguno de sus proyectos», «Maljkovic también desgranó sus sentimientos de felicidad», o «Ségolène Royal anunció un impuesto sobre los ingresos bursátiles, mientras que Nicolas Sarkozy desgranó su proyecto y prometió resultados». En todos estos ejemplos se hubiera podido recurrir a otros verbos más apropiados como «explicar», «detallar», «pormenorizar», «mostrar», «presentar», etc.
Fundéu, 30 de abril del 2007
Aunque la FUNDÉU recoge las definiciones que el DRAE ofrece para desgranar, omite el ejemplo que el propio DRAE construye como uso metafórico válido de ese verbo: El reloj desgrana las horas lentamente. Existe sin embargo una importante diferencia entre los casos que reporta la FUNDÉU y el ejemplo del Diccionario académico; en este último, el objeto de desgranar (es decir, las horas) está compuesto de unidades idénticas repetidas (equivalentes a los granos), a saber, los minutos. En los otros casos, esa situación no se produce: proyectos y sentimientos no se descomponen en unidades idénticas en línea, sino, acaso, en partes de diferente naturaleza y jerárquicamente distribuidas. Como bien señala la FUNDÉU, en esos casos, desgranar es un mero sinónimo de detallar (y otros verbos similares). Es, por supuesto, poco claro por qué se tenga que llamar a esto un abuso, y no simplemente la evidencia de que el uso figurado del verbo progresa hacia una lexicalización, extendiendo su campo semántico---lo mismo le pasó, por ejemplo a alarma (que proviene de al arma), y a muchas otras palabras.

Nótese que aunque yo no estoy de acuerdo con caracterizar esto como abuso, tampoco creo que este tipo de observaciones sean inútiles. Lo mínimo que hacen es llamar la atención sobre el progreso de un cambio lingüístico. Por ejemplo, contamos con observaciones prescriptivas sobre el latín que hoy nos sirven para reconstruir la historia de su transformación en español (y otras lenguas); así, el famoso Appendix Probi es un documento normativo que denuncia las modificaciones del latín vulgar y que, al hacer eso, anticipa la forma de las palabras romances:
84 auris non oricla
111 oculus non oclus
130 tabula non tabla
143 stabulum non stablum
153 mensa non mesa
154 auctor non autor
155 auctoritas non autoritas
164 passer non passar
174 rivus non rius
204 musium vel musivum non museum
205 labsus non lapsus
208 Februarius non Febrarius
Appendix Probi (los números corresponden a la edición de W. A. Baehrens)
Y de hecho, a veces, las observaciones prescritivas reflejan algo bastante serio. Una recomendación anterior de la FUNDÉU es un buen ejemplo:

En una recomendación anterior (del 22.2.2007), la Fundéu advertía sobre la confusión de «árabe» con «musulmán» y recordaba que es incorrecto llamar «árabes» a países como Afganistán, Albania, Azerbaiyán, Bangladés, el Chad, Indonesia, Irán, Pakistán o Turquía, aunque sus poblaciones profesen mayoritariamente la fe musulmana.
Habitualmente, se considera que los países a los que cabe aplicar el adjetivo «árabe» (aunque en algunos de ellos la lengua árabe no sea la mayoritaria) son los que forman parte de la Liga Árabe: Arabia Saudí, Argelia, Barhéin, las Comoras, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos, Irak, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Marruecos (y el Sáhara Occidental, anexionado por Marruecos), Mauritania, Omán, Palestina, Qatar, Siria, Somalia, Sudán, Túnez, Yemen, y Yibuti.
Fundéu, 30 de abril del 2007

Uno podría imaginar la siguiente posición: qué importa que ahora todos los musulmanes se llamen árabes, después de todo, el signo es arbitrario y lo único que estamos haciendo aquí es un salto sinecdótico (de la parte por el todo). Pero tal razonamiento oculta un hecho crucial: la confusión entre árabe y musulmán no es inocente. Renunciar a entender a los otros en nombre de la libertad expresiva es simplemente necio (y, en este caso, es particularmente peligroso dado el actual escenario internacional). La preocupación de la FUNDÉU aquí no solo es pertinente sino también indispensable, incluso si es articulada desde una perspectiva normativa.

Que el discurso prescriptivo es limitado y problemático es algo que he dicho aquí muchas veces, y que continuaré diciendo. Pero eso no quiere decir que preocuparse por lo que la gente dice sea inútil. En la medida en que requiere observar con detenimiento cómo habla la gente y por qué, el discurso prescriptivo nos ofrece una singular oportunidad para reflexionar al respecto, lo cual no significa que tengamos que aceptar ni sus premisas ni sus conclusiones---siempre podemos, como diría Wittgenstein, "tirar la escalera después de haber subido" (Tractatus, 6.54).

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