Sunday, February 24, 2008

 

La jerga peruana

Agustín Panizo, quien ya ha aparecido varias veces en este blog, continúa hablando de su tema favorito: la jerga peruana. Los invito a escuchar lo que nos tiene que decir.


Agustín Panizo y la jerga peruana
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Sobre las diversas formas de hablar castellano en el Perú, ver también aquí.

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Tuesday, February 19, 2008

 

El triunfo del condicional de rumor

Ya habíamos discutido hace tiempo el caso del condicional de rumor. Se trata del uso de la forma verbal terminada en -ría (habría, diría...) como una marca de evidencialidad, esto es, como un marcador del grado de confianza en la verdad de lo expresado---decimos El ministro habría renunciado para indicar que es una presunción, o que no hemos confirmado la información recibida (por eso se llama, precisamente, de rumor). La prensa saca amplio partido de este giro, en su diaria urgencia por publicar antes que nadie y evitar cualquier responsabilidad legal por algún error (en francés, se llama inclusive conditionnel journalistique, esto es, condicional periodístico). El discurso prescriptivo condena esta forma con acritud: Fernando Lázaro Carreter, antiguo Director de la Real Academia, lo rechazó tajantemente y le atribuyó un origen francés (El dardo en la palabra, 387)---aunque, en verdad, es probable que derive de algunos usos del condicional español, como señalamos antes.

Tan ilustre condena no le ha impedido multiplicarse y crecer, sin embargo. Muchos sospechan que es en el continente americano donde ha echado sus más sólidas raíces. Aquí discuto alguna evidencia que puede favorecer esta postura.

Este post de Gustavo Faverón en Puente Aéreo sobre su reseña de un reciente libro del escritor Santiago Roncagliolo, generó un debate entre los comentaristas (todos los involucrados son peruanos). En su reseña, Faverón escribe:
La primera sorpresa de su bibliografía es, por ello, la ausencia de cualquier referencia al libro canónico sobre el líder maoísta: Shining Path, de Simon Strong. Cuando se revisa La cuarta espada, queda claro que Roncagliolo se habría beneficiado de la lectura del libro del norteamericano: el Guzmán de Strong está condicionado por sus ideas; sin dejar de ser un alucinado, es un político; sin transformarse en demonio, es un radical que sólo puede vivir radicalmente. El Guzmán de Roncagliolo es ante todo una intimidad rota, un producto traumático de la soledad, de la ira, del afán de revancha, y en él el componente ideológico es tan mecánico que resulta más una reacción instintiva y enceguecida que una construcción mental.
Gustavo Faverón. Retrato robot: El Guzmán de Roncagliolo no explica al Guzmán de la realidad. The Barcelona Review, 62, feb-mar 2008
La oración Roncagliolo se habría beneficiado de la lectura del libro del norteamericano emplea un condicional canónico: dice que el autor se habría beneficiado de ese libro, si lo hubiera leído. En otras palabras, expresa una típica cláusula condicional, con la cláusula si... omitida---pero bastante clara a partir de la oración inicial que habla de la ausencia de huellas de ese texto en el libro reseñado; las oraciones siguientes refuerzan esa lectura, pues describen cruciales diferencias entre ambos autores.

Un comentarista, sin embargo, levanta esta objeción:
Discrepo de tu reseña en un punto. No estoy de acuerdo que sea tan evidente que Roncagliolo haya leído el libro de Strong para La cuarta espada. Más bien, me pareció que no haberlo leído, o no haberlo tenido en cuenta, era una de las fallas de Santiago.
Como me hace notar un amigo, el comentarista ha interpretado la oración Roncagliolo se habría beneficiado de la lectura del libro del norteamericano como si contuviera un condicional de rumor, es decir, como si lanzara la conjetura de que el autor habría leído efectivamente el libro mencionado. Dado que la frase anterior explícitamente dice que el autor no se refiere a él en ningún momento, esta lectura cambia profundamente el sentido del párrafo original: pasa de ser una acusación de no haber leído un libro crucial a ser la acusación de haberlo usado sin citarlo. Lo extraordinario es que el comentarista basa su queja única y exclusivamente en su confianza en el significado del condicional de rumor. Porque hay sobradas pistas en el texto para preferir la lectura del condicional canónico, como ya vimos. En otras palabras, el condicional de rumor no solamente existe y se multiplica, sino que se impone como la lectura preferida, incluso ante evidencia para interpretar un condicional canónico.

El triunfo del condicional de rumor, aquí tan patente, quizá se deba a la ayuda de un agresivo competidor del condicional canónico en las clásulas con si..., a saber, el subjuntivo. Es bien conocido que, bajo ciertas circunstancias y en ciertos hablantes, hay algún grado de alternancia entre el subjuntivo y el condicional en estas oraciones:
(1) Juan hubiera muerto si tú no lo hubieras ayudado
(2) Juan habría muerto si tú no lo hubieras ayudado
(3) Juan hubiera muerto si tú no lo habrías ayudado
No todas esas formas son aceptables para el discurso prescriptivo. Por ejemplo, la tercera, Juan hubiera muerto si tú no lo habrías ayudado, es considerada inapropiada en la norma académica, que condena severamente el condicional dentro de la prótasis, es decir, dentro de la cláusula subordinada [si....]. Sin embargo, la primera oración Juan hubiera muerto si tú no lo hubieras ayudado, con un subjuntivo en la apódosis (esto es, en la oración principal, fuera de [si...]) no está estigmatizada y es bastante común en el español estándar. En otras palabras, existe una competencia entre el condicional canónico y el subjuntivo en la apódosis de las oraciones condicionales. Claramente, esto debilita al condicional canónico.

En ese sentido, para obtener la lectura adecuada, quizá el comentarista esperaba que el texto de la reseña fuera:
Cuando se revisa La cuarta espada, queda claro que Roncagliolo se hubiera beneficiado de la lectura del libro del norteamericano.
Si esto es correcto, significa que el condicional de rumor ha triunfado abrumadoramente: ciertos hablantes lo usan, lo entienden, lo reconocen, incluso de manera exclusiva.

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Friday, February 15, 2008

 

Del hortelano

Un esclavo del siglo VI AC en Grecia tenía escasas posibilidades de que su nombre pase a la posteridad. El nombre de Esopo, sin embargo, no le pasó inadvertido a Herodoto, quien lo presenta brevemente como un fabulista en sus Historias (Libro II, CXXXIV) y nos cuenta que era esclavo de un comerciante de Samos (tal vez era africano: "Esopo" y "etiope" derivan de la misma palabra griega). Y desde entonces ese nombre ha estado invariablemente ligado a las fábulas, esas pequeñas historias de animales que terminan con una moraleja, y ha alcanzado fama extraordinaria, al menos en Occidente. Esopo no fue el inventor de las fábulas, sin embargo; esas historias aparecen en textos sumerios, acadios y arameos al menos dos mil años más viejos.

No existe hoy un manuscrito original con las fábulas de Esopo, acaso nunca existió; pero en Grecia fueron una herramienta imprescindible para los oradores y los políticos, tanto que Demetrio de Falero, el fundador de la Biblioteca de Alejandría, ordenó que se recopilaran por escrito. Esa colección, hoy perdida, sería luego traducida al latín por Fedro, un liberto griego de la casa del emperador Augusto, en el siglo I de nuestra era. Ese texto latino es la fuente principal de lo que hemos venido a conocer como las fábulas de Esopo. Por supuesto, no es la única (muy relevante es también la versión griega de Babrio). Multitud de fábulas fueron añadidas en el camino, en griego y en latín, y las historias mismas fueron rehechas una y otra vez.

Un ejemplo bastante claro de esas modificaciones es el caso del hoy famoso perro del hortelano. En español, se trata más bien de un proverbio: El perro del hortelano no come ni deja comer. El hortelano, como sabemos, es el dueño de un huerto, un cultivador de vegetales. El perro que cuida el huerto no puede comerse los vegetales (los perros prefieren la carne), y como está a cargo de la protección del huerto, no deja que nadie más se los coma.

Aunque hoy es una de las más famosas fábulas de Esopo, el perro del hortelano no aparece en ninguna colección esópica anterior al siglo XV. De hecho, no existe en absolutamente ningún manuscrito conocido. Aparece por primera vez en 1479, en la primera impresión del Corpus Esópico, traducido al alemán por Heinrich Steinhowel. Nadie sabe con seguridad de dónde la sacó Steinhowel. Aquí la historia es un poco distinta, sin embargo. Se trata de un perro en un pesebre (Canis in praesepio, en latín; Dog in the manger, en inglés), que quiere dormir en el heno, y que no deja que los bueyes coman. Transcribo una versión, tomada de la edición española de Steinhowel (1521):
El perro envidioso
El perro yacía en un pesebre que estaba lleno de heno y cuando llegaron los bueyes no los dejaba comer de allí, ladrando y mostrando los dientes con saña. Entonces los bueyes le dijeron: Haces mal y has demostrado que tienes envidia a nuestra naturaleza; si no tú no puedes comer ni probar esto, pues no es de tu linaje comer heno y paja, ¿por qué impides que lo comamos nosotros, cuando es nuestro alimento natural?
Modernización de la traducción española de la edición de Steinhowel (1521)
Noten que hay una importante diferencia entre la idea de el perro del hortelano y la de el perro en el pesebre. En el segundo caso, el perro es movido por la envidia (precisamente, la versión española se titula “el perro envidioso” que no traduce el título latino literalmente, pero sí expresa la idea central de su texto). No pasa lo mismo en el primer caso, pues el perro del hortelano no tiene más remedio que proteger los bienes de su amo, no para sí mismo sino para que otro se beneficie: cae en una paradoja por la propia naturaleza de lo que hace, no necesariamente porque sea envidioso. En ese sentido, las soluciones al problema moral que las respectivas fábulas proponen pueden ser también diferentes. El perro en el pesebre debe dejar de envidiar y compartir el heno con los bueyes. Al perro del hortelano le basta aprender a comer vegetales--- esta última es justamente la solución a la que llega Lope de Vega en uno de los más célebres empleos de esta frase, su comedia El perro del hortelano (1618): allí Diana logra romper con su coqueteo la relación entre Teodoro y Marcela, pero sin acceder del todo a los requiebros de Teodoro (en ese sentido, no come ni deja comer); al final, sin embargo, Diana y Teodoro terminan casándose. En otras palabras, el problema del perro del hortelano se soluciona haciendo que el perro coma; el del perro en el pesebre, haciendo que deje comer.

A pesar de que la más temprana versión completa de la fábula es de 1479, su huella se encuentra en varios otros textos más antiguos y muy ilustres. El versículo 39 del evangelio apócrifo de Santo Tomás (escrito a comienzos del siglo II) le hace decir a Jesucristo:
Los fariseos y los escribas han tomado las llaves del Tempo del Conocimiento y las han ocultado; no han entrado ni han dejado que nadie entre.
Evangelio de Santo Tomás (apócrifo), 39

Y el versículo 102 del mismo texto es incluso más directo:
Condenado será el fariseo, pues es como el perro durmiendo en el pesebre del buey, no come ni deja que el buey coma.
Evangelio de Santo Tomás (apócrifo), 102
Luciano de Samosata, también en el siglo II, termina de esta manera su diatriba contra los que compran libros sin leerlos:
Y nunca le han prestado a nadie un libro; fieles al principio del perro en el pesebre, ni comen el grano ni dejan que lo coman.
Luciano de Samosata. Adversus Indoctum, 30
Y un largo etcétera que llega hasta nuestros días.

En el Perú, aunque ya bien conocida (incluso la comedia de Lope ha sido representada varias veces), la frase se ha hecho especialmente famosa en los últimos tiempos gracias a un par de artículos del Presidente de la República, donde compara, entre otros, a los defensores del medio ambiente con el perro del hortelano: no explotan los recursos naturales ni dejan que los exploten. Hay que decir que esta particular aplicación no es del todo original. Por ejemplo, aquí, en un artículo de Carlos Patrón, se formula la misma idea (el título en inglés es The dog in the manger, es decir, El perro en el pesebre). Sin embargo, es el hecho de que la haya usado en Presidente lo que le ha dado especial protagonismo. Tanto que algunos se han animado a estirar sus significado de un modo interesante. Por ejemplo, la semana pasada, el Ministro de Salud, Hernán Garrido Lecca, dijo lo siguiente en una entrevista:
A mí me dicen el búho del hortelano, porque ni duermo ni dejo dormir. Hoy (miércoles) tuve una reunión a las seis y media de la mañana en la embajada de Canadá, y ese ritmo de trabajo me permite comer poco y mantenerme activo.
La República. Revista Domingo, 3 de febrero del 2008
Ahora el perro ha desaparecido de la frase, con lo cual del hortelano se convierte en el elemento que consigue el significado buscado con respecto a cierta entidad X; se ha construido un esquema como el siguiente: X no hace P ni deja hacer P. Noten que en la frase de Garrido Lecca, no hay referencia alguna a la envidia, es una mera aplicación de la expresión del hortelano, incluso con cierta valoración positiva. Otros han usado este giro también (y no solo en el Perú, por supuesto), aunque en estos casos el resabio negativo es evidente:
El alcalde del hortelano
Ahora resulta que en un distrito de la capital del Perú, llamado Barranco, el alcalde, de la manera más absurda e inopinada, se opone y amenaza con paralizar o boicotear la construcción y el derecho que tiene la capital del Perú a beneficiarse de un Museo de Arte Contemporáneo.
El Comercio 12 de diciembre del 2007
Los diputados del hortelano
Ni comen ni dejan comer. Ni hacen la reforma política ni la dejan hacer. Viejos pescadores en aguas revueltas saben que a las tempestades políticas en el Ecuador hay que acompañarlas sin oponérselas porque son pasajeras.
El Universo 26 de octubre del 2005
A veces al usar la frase del hortelano lo único que se añade es que las personas en cuestión son envidiosas (en línea con la idea del perro en el pesebre):
Bloggers del hortelano
Existe un odio visceral ante el que tiene éxito, o al que tiene más suerte con las visitas, criticando e atacando sin tregua cualquier error o fallo. La envidia es un sentimiento francamente curioso, pues, nos hace querer algo que tiene la otra persona pero no para nuestro propio beneficio si no para que la otra persona carezca de él. En vez de poder paliar esa envidia creando un blog mucho mejor, unos posts mucho mas originales o un formato nuevo e innovador, nos dedicamos a destrozar al contrario para intentar arrebatarle eso que nosotros tanto queremos y que el ha conseguido por encima de nosotros.
Iaian’s Blog, 11 de enero del 2006
Un cariz peculiar que ha tomado del hortelano (quizá exclusivo del Perú) sí se debe directamente al artículo del presidente Alan García, quien en buena cuenta asoció el perro del hortelano con posiciones de izquierda, lo cual permite la siguiente extensión del sentido:
ADEX SE PREGUNTA SI BCR ES "EL BANCO DEL HORTELANO"
Presidente de institución emisora dijo que no tiene sentido estimular más la inversión privada.
Cajamarca Opina, Miércoles, 12 de diciembre de 2007

El valor del trabajo y la ideología del hortelano
La gran inversión no es incompatible con la equidad y bienestar en las sociedades democráticas y prósperas, que son paradigmas sociales a muchos analistas nativos de la ideologí­a hortelana. Para los abanderados de esta ideologí­a, esa inversión es la causa de todos los males ambientales y sociales acá.
Correo 14 de noviembre del 2008
En estos dos últimos casos del hortelano significa simplemente que no se tiene una actitud pro-inversión; en ese sentido, quizá sea una forma menos agresiva de decir caviar (con la ventaja de incluir solamente las ideas económicas, sin referirse a otros aspectos). ¿Tendrá futuro?

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Wednesday, February 13, 2008

 

QUIPU: Sección de Literatura Peruana

Desde ahora inauguramos una sección especial de literatura, para colaborar con el proyecto Quipu, la iniciativa lanzada por Gustavo Faverón, que busca publicar textos inéditos de autores peruanos. Los dejo con la convocatoria. Si pueden, difúndanla.




Quipu es un proyecto de difusión de la obra literaria de jóvenes escritores peruanos, de preferencia (pero no excluyentemente) provincianos y ajenos a los circuitos editoriales convencionales. Quipu invita a los escritores a participar en el proyecto enviando sus textos (poemas o cuentos) a la siguiente dirección electrónica: gfaveron@gmail.com

Cada dos semanas, se seleccionará un texto entre los recibidos en los últimos quince días, y el texto elegido será publicado simultáneamente en una red que cuenta hasta ahora con 22 blogs, un diario de circulación nacional y un programa de radio bilingüe en Alemania.

Los blogs son:

Kolumna Okupa, de Rocío Silva Santisteban
Moleskine Literario, de Iván Thays
Libros, de Javier Ágreda
Lado B, de Juan Carlos Bondy
Haltestelle Iberoamerika, de Ute Petsch, Maja Schweiger et al.
Literatambo, de José Carlos Contreras
Gran Combo Club, de Silvio Rendón, Daniel Salas et al.
El Lápiz y el Martillo, de Javier Garvich
Letra Capital, de Carlos Sotomayor
La Peña Lingüística, de Miguel Rodríguez Mondoñedo
José Antonio Galloso, de José Antonio Galloso
Notas Canarias, de Fernando Velásquez
Amores Bizarros, de Max Palacios
La Fortaleza de la Soledad, de Gabriel Ruiz Ortega
Tanque de Casma, de Ernesto Carlín
Letras Lesivas, de Luis Ángel Pardo
Borrones y Otros, de Vanessa Soldevilla
Club de Artes y Letras, de Laura García
Mundo de Teatro, de Carlos Vargas Salgado
Enfrentados, de Jorge Malpartida Tabuchi
Puente Aéreo, de Gustavo Faverón
Quipu, de Gustavo Faverón

El diario de circulación nacional es El Peruano, a través de su suplemento Variedades. El programa de radio es Haltestelle Iberoamerika (Paradero Iberoamérica), que se transmite en dos estados alemanes y para todo el mundo por internet en www.querfunk.de En el programa, el texto seleccionado sería leído en español y en traducción al alemán.

BASES

Podrán enviar sus textos (cuentos o poemas) a Quipu todos aquellos escritores peruanos que cumplan con al menos UNO de los siguientes requisitos (no necesariamente con los tres; basta con cumplir uno):

1. Ser menor de 30 años.

2. No haber publicado más de dos libros (se preferirá a los autores inéditos).

3. No haber publicado nunca en una editorial limeña.

Repetimos: basta con cumplir con UNA de las tres condiciones anteriores. La dirección de envío es: gfaveron@gmail.com

Las bases no especifican que el autor deba ser del interior del país. Sin embargo, una de las intenciones centrales de Quipu es la difusión de la literatura escrita en provincias. Por ello se anima especialmente a los jóvenes escritores no limeños a participar, pero no se discriminará a los de la capital.

La decisión de cuáles de los cuentos recibidos serán publicados en Quipu será tomada por un grupo de evaluadores, de preferencia elegidos entre los administradores de los blogs participantes.

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Monday, February 04, 2008

 

Cada persona tiene todo el derecho de tener una posición o de discrepar con ella

Uno de los acontecimientos claves para la creación de la lingüística moderna fue el descubrimiento de que no existen hablantes más privilegiados que otros con respecto al hecho mismo de hablar, que todas las personas hablan según las inexorables reglas que han construido en el transcurso de la adquisición de su lengua y que por lo tanto no existen lenguas mejores que otras, ni variedades ni dialectos o idiolectos más complejos o más simples. Algunos rastrean ese momento crucial hasta el discurso del Barón de Humboldt ante la Academia de Berlín en 1820, pero la idea habría de esperar un siglo para adquirir su forma actual:
Cuando se trata de la forma lingüística, Platón camina junto con el porquero macedónico; Confucio, con los salvajes cazadores de cabezas de Assam.
Edward Sapir. Language: An Introduction to the Study of Speech. (1921: capítulo X)

De esta manera, etiquetas como superior, inferior, correcto, incorrecto, cuando se aplican a las expresiones lingüísticas, no expresan sino una valoración enteramente arbitraria y sin justificación posible. En el mejor de los casos, lo único que están diciendo es que la forma de hablar de los otros es diferente. Bajo este supuesto, todo acto de habla, en condiciones normales, es un acto inteligible, fruto de una racionalidad, de un sistema perfecto que el lingüista tiene por tarea descubrir. Siempre debería ser posible explicar y justificar racionalmente las elecciones que hacen las personas al hablar.

Como es bien conocido, los hablantes hacen todo lo posible por retar tal concepción del lenguaje, pues sus enunciados son con mucha frecuencia reacios a cualquier sistematización---aunque, dicha sea la verdad, lo único que retan es nuestra concepción de su sistema, lo que creemos saber sobre las reglas que emplean.

Un amigo me llama la atención sobre esta notable oración:
Cada persona tiene todo el derecho de tener una posición o de discrepar con ella. Pero los periodistas, además de ese derecho, tienen un importante deber, que es su compromiso con la verdad y con la veracidad de los datos empleados.
José Alejandro Godoy Desde el tercer piso. 4 de febrero del 2008
Me pregunto qué puede querer decir. En particular, a qué se refiere el pronombre ella. Supongamos que se refiere a la frase previa, una posición, es decir, a la posición que tiene cada persona. Entonces la oración entera querría decir que las personas tienen derecho a contradecirse a sí mismas---la única manera de discrepar con la propia posición es contradecirse. No es esto, sin embargo, lo que el texto sugiere: más bien la idea parece ser que cada uno tiene derecho a su opinión y punto. Otra posibilidad es que se refiera a una posición no mencionada en el texto; es decir, no a una opinión imaginaria que alguna persona podría tener, sino a una posición en concreto que alguien tiene. En este caso la oración sería equivalente a esta otra: Cada persona tiene todo el derecho de tener una posición o de discrepar con la posición de X (o, alternativamente, de discrepar con X, haciendo que ella se refiera a una persona en particular, digamos, a Susana). Por supuesto, esto sería bastante curioso porque esa oración empieza el texto, y en consecuencia no se ha mencionado antes a nadie.

Quizá el redactor ha querido decir lo siguiente: que cada persona tiene derecho a tener una posición y a cambiarla las veces que quiera. Aquí ya no hay derecho a la contradicción, pues ahora uno discrepa con un yo anterior, en otro momento. Si así fuera el caso, la pregunta sigue siendo a qué se refiere ella. Para que se siga refiriendo a una posición (lo que parece la opción más sensata), discrepar no puede ya tener el significado que tiene en el español estándar. El verbo discrepar presupone una posición concreta. Cuando, en el español estándar, uno dice Discrepo con una posición, no se refiere a cualquier posición en general, sino que tiene en mente una en particular---por razones obvias: uno no puede discrepar con algo que no conoce. Si interpretamos discrepar de esta manera en la oración bajo comentario, incurrimos en los problemas ya mencionados. Pero si por discrepar entendemos algo así como cambiar (de opinión), la oración tiene más sentido. Por supuesto, esta parece una solución ad hoc, a la medida de esta expresión.

Alguno podría objetar que la oración simplemente no tiene sentido. Pero eso viola una premisa central de la lingüística moderna: que los actos de habla siempre siguen reglas precisas (incluso si estas son variadas y variables). Ante oraciones como esa, sin embargo, solo nos queda dar un paso atrás y decir que no sabemos simplemente lo que pasa. No muestran las limitaciones de la lengua (al contrario, exhiben sus posibilidades), sino que revelan las limitaciones de nuestras herramientas para entenderla.

[Actualización]

Un comentarista me deja otra posible interpretación de la oración: Toda persona tiene derecho a estar de acuerdo o no con una posición dada, afirmando que es "claramente inteligible". Discrepo con la idea de que esa interpretación sea clara, pero me interesa mucho que para alguien lo sea. Para que el sentido sugerido sea posible, es necesario que ocurra lo siguiente en la oración original (que, recordemos, era Cada persona tiene todo el derecho de tener una posición o de discrepar con ella): (i) la frase una posición debe tener una lectura existencial (dada), no simplemente una lectura ligada a cada persona, (ii) Cada debe leerse como toda (es decir, debe tener un sentido genérico, menos individual) y (iii) tener una posición y discrepar deben interpretarse como antónimos que pueden compartir el mismo objeto lógico. Algo como lo siguiente: Dada una posición, cada persona puede tenerla o discrepar con ella.

Me parece estupendo que alguien tenga esa interpretación, tan alejada de las posibilidades del español estándar---y que para mi dialecto, ciertamente, es imposible. Silvia Senz, en otro comentario, sugiere que debemos confirmar si se trata de algo sistemático o no, antes de alegrarnos demasiado, con lo cual,
por supuesto, estoy de acuerdo en principio---ver mis comentarios, sin embargo.

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Saturday, February 02, 2008

 

La UNMSM redució en 50% el pago por constancia de ingreso

Si en algo están de acuerdo (casi) todos los lingüistas es en lo siguiente: el funcionamiento de la gramática es el resultado de la interacción de al menos dos fuerzas, a saber, procesos regulares que generan estructuras de manera sistemática y recursiva, por un lado, y piezas arbitrarias, sueltas, accidentales, que se imponen sobre las regularidades (aunque a veces lo hacen también en forma sistemática, a contra corriente), por el otro. Estas dos fuerzas están en tensión constante: lo que hoy es regular mañana puede diluirse y sus remanentes serán las irregularidades del futuro, y lo que hoy es irregular bien podría asimilarse a la regla mañana. No es extraño, además, que las dos formas compitan por la atención de los hablantes en una misma comunidad. Hoy veremos un ejemplo de esto último precisamente.

El verbo reducir es un muy clásico verbo irregular. Nótese sin embargo que esto lo único que quiere decir es que se altera la raíz del verbo y las desinencias. Los procesos regulares para conjugar el verbo toman la raíz de reduc-ir y la combinan con el sufijo correspondiente, manteniendo la vocal temática (en este caso, la i): para el pretérito indefinido esto resulta en reduc-i-ó (siguiendo el modelo de partir > partió). Sin embargo, reducir pertenece a un subgrupo de verbos que permite un procedimiento distinto, del cual resulta el irregular redujo (y reducir no está solo en esta rebeldía: igual régimen tienen conducir, producir, seducir, etc.) Estas dos posibilidades para reducir, que resultan de la tensión entre las dos fuerzas gramaticales mencionadas, conviven en la comunidad hispanohablante (aunque no necesariamente en cada uno de sus hablantes). La forma irregular redujo (y condujo, produjo, sedujo...) es la más prestigiosa y está sancionada por el discurso normativo.

Pero la forma regular sí existe y no es tan marginal. Gracias a un amigo, me entero de un titular del diario El Comercio que recoge la versión regular:
La UNMSM redució en 50% el pago por constancia de ingreso
14:21 | Los ingresantes ya no pagarán S/. 800 sino solamente S/. 400, según el rector de esta casa de estudios
(Andina).- Los ingresantes a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) en el proceso de admisión 2008 - II pagarán por la constancia de ingreso sólo S/. 400 y no S/. 800 luego que la Decana de América reconsiderase las tarifas en base a un análisis socioeconómico de los postulantes.
El Comercio, Sábado 2 de febrero del 2008

Se trata de un cable de Andina, pero al parecer el título ha sido modificado, como se puede ver al comparar la versión original aquí.

Es importante notar que redució exhibe también prestancia clásica. Aquí algunos ejemplos tomados de renombrados textos hispanos:
Mirado habéis cómo la devoción de aquel devoto clérigo redució los amotinados y por amotinar, a la oración.
Gonzalo Fernández de Oviedo (1535-1557) Historia general y natural de las Indias, p V, 360

Dulce ridentem Lalagen amabo/ dulce loquentem. Que así lo redució el Petrarca en su lengua: et come dolce parla, / et dolce ride.
Fernando de Herrera (1560) Comentarios a Garcilaso. p.479

Yo lo estimé, mas no sabía su intención dañada, pues engañó a un pajecillo de jineta que tenía y redució a que me diese solimán para matarme
Alonso de Contreras (1630-1633) Discurso de mi vida. p. 195

con más razón pudiera pedir esto a quien me redució a tan triste estado
Gonzalo de Céspedes y Meneses (1623) Historias peregrinas y ejemplares, p. 406

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